miércoles, 15 de octubre de 2025

El drama del formador en liderazgo que no sabe callar


 Cuando uno se enciende escuchándose a sí mismo, la voz del grupo se apaga.

Corrían los años setenta, cuando en el colegio (de curas) nos llevaron, en fila de uno, a un aula donde un joven misionero nos hablaría del liderazgo de la institución en tierras lejanas.


Cuál fue mi sorpresa que al entrar, me encontré una sala sin más mobiliario que unos cojines y unas mantas desordenadas por el suelo y la cálida voz de la joven promesa espiritual ordenando que nos sentásemos en círculo a su alrededor. 

He de decir que al fondo había una guitarra española de la marca “Alhambra”que desentonaba con la austeridad del recinto (a pesar de estar afinada, como pudimos comprobar más tarde), pero que daba un aire folclórico y distendido a la escena. 

El joven apóstol había pasado años entre las tribus del amazonas mejorando sus infraestructuras y ahora estaba destinado a divulgar su labor de liderazgo entre los indígenas a las congregaciones que lo solicitaban.

Lo más curioso fue que no empezó con un monólogo, como era de esperar, sino con preguntas al aire que al principio crearon un silencio sobrecogedor, pero que más tarde se convirtieron en leña para un montón de conversaciones interesantes. 

En esa época, nadie tenía la costumbre de debatir cara a cara y mucho menos cuestiones ajenas al contenido formal de la asignatura que tocaba, y en este caso, las preguntas iban dirigidas a nosotros y a nuestro mundo interior. 

Por no tener, no teníamos ni vocabulario emocional para describirlo.

Sin embargo, la cosa terminó asombrosamente bien. 

Y fue tal la impresión que me causó el predicador (que no hablaba) y de su arte para moderar y conducir las conversaciones, que podría situar en ese momento el nacimiento de mi interés por la psicología y los grupos.

Así que, cuando me encuentro con formadores dando charlas a un grupo de alumnos sentados en círculo, me alegro.

Y a continuación os explico por qué. 

Cuando el formador decide una disposición tan arriesgada como el círculo, está haciendo mucho más que despejar el espacio y mover o quitar sillas. Está lanzando un mensaje simbólico ancestralprofundamente arraigado en la experiencia humana.

En las primeras comunidades, el fuego era el centro de atención. Ha sido fundamental para la supervivencia y el desarrollo humano. Y a su alrededor se han compartido historias, aprendizajes y se han tomado grandes decisiones.


⭕️ El círculo, 
🔆 rompe jerarquías, 
🔆 iguala miradas y 
🔆 distribuye el poder del aprendizaje por igual.

Es un gesto sencillo, 
pero profundamente transformador… 


Siempre que se acompañe de la 𝗮𝗰𝘁𝗶𝘁𝘂𝗱 𝗰𝗼𝗿𝗿𝗲𝗰𝘁𝗮.✅

Porque si el formador convoca un círculo, 
pero sigue actuando como en una clase tradicional:
  • de pie y alejado,
  • dando la turra sin descanso o
  • apostillando la solución desde su rol de autoridad…
🔥El fuego que lo anima se apaga y
el círculo se convierte en puro 𝗽𝗼𝘀𝘁𝘂𝗿𝗲𝗼 𝗽𝗲𝗱𝗮𝗴ó𝗴𝗶𝗰𝗼.

La forma cambia, pero el fondo sigue igual.

𝗘𝗹 𝘃𝗮𝗹𝗼𝗿 𝗱𝗲𝗹 𝗰í𝗿𝗰𝘂𝗹𝗼 está en lo que implica: 

🔆𝘤𝘦𝘥𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘰𝘵𝘢𝘨𝘰𝘯𝘪𝘴𝘮𝘰
🔆𝘧𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢
🔆𝘢𝘯𝘪𝘮𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘧𝘭𝘦𝘹𝘪ó𝘯 𝘺 
🔆𝘤𝘰𝘯𝘧𝘪𝘢𝘳, 𝘴𝘪𝘯 𝘢𝘯𝘴𝘪𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘯𝘪 𝘱𝘳𝘪𝘴𝘢, 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘰𝘤𝘦𝘴𝘰.

En esa disposición, 
el formador ya no es “𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘢𝘣𝘦 𝘮á𝘴 ” 
sino quien facilita el proceso de saber,   
quien ayuda a que las voces se encuentren y 
sea el grupo quien construya su propio aprendizaje.

Además, el círculo invita a otro ritmo. 

No busca correr para cubrir contenidos, 
sino detenerse para comprenderlos.
No busca la verdad revelada sino 
la verdad compartida.

Por eso, cuando un formador elige el círculo, debería 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿𝗹𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮:
no como un recurso estético que está de moda, 
sino como un acto de 𝗰𝗼𝗵𝗲𝗿𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗹𝗮 𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮 𝘆 𝗲𝗹 𝗳𝗼𝗻𝗱𝗼
entre lo que se enseña y cómo se enseña.

Porque en la formación en liderazgo, 𝙘𝙪𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙪𝙣𝙤 𝙨𝙚 𝙚𝙣𝙘𝙞𝙚𝙣𝙙𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙪𝙘𝙝𝙖𝙣𝙙𝙤𝙨𝙚 𝙖 𝙨í 𝙢𝙞𝙨𝙢𝙤, 𝙡𝙖 𝙫𝙤𝙯 𝙙𝙚𝙡 𝙜𝙧𝙪𝙥𝙤 𝙨𝙚 𝙖𝙥𝙖𝙜𝙖.

miércoles, 12 de marzo de 2025

Cómo desarrollar un liderazgo de película

Próximamente en sus pantallas 

Hace un tiempo, tuve la oportunidad de asistir como espectador a un rodaje.

Gracias a mi amistad con el director y la productora, pude moverme libremente por el "set", un privilegio que aproveché con curiosidad y respeto, observando cada detalle del proceso creativo. 

Y en los días que pasé con ellos, me sorprendió ver como los actores, técnicos y productores trabajaban con tanta intensidad y coordinación bajo la dirección del realizador, entregándose por completo a un proyecto tan efímero.

Las similitudes que descubrí con el trabajo en equipo bajo presión fueron evidentes.

Pero lo que más llamó mi atención, fue ver cómo algunos actores eran capaces de transformarse (literalmente) en otras personas durante la filmación, y mantener su personalidad ficticia en las distintas escenas de la película.

Reproducían fielmente los tics, los gestos, la entonación y las maneras de comportarse del personaje que representaban, dando consistencia a una personalidad que no era la suya.

Sin embargo, había otros que siempre eran los mismos, independientemente del disfraz o el papel que les tocaba interpretar. Su actuación era técnicamente correcta, pero se sabía quien estaba actuando y en algunos momentos, sus gestos y su voz parecían forzados. Era como si no pudiesen desprenderse de su “Yo real” y dejasen ver en todo momento quienes eran en realidad.

Para ser un buen actor, es fundamental desarrollar una amplia gama de registros.

No se trata solo de actuar bien y ajustarse al guión, sino de transformarse en alguien que, en la vida real, quizás jamás se querría ser.

Puede que seas una persona reservada y te toque interpretar a un seductor implacable, o que tengas una personalidad amable y debas encarnar a un villano despiadado.

Para lograr esa versatilidad, los actores, durante su formación, participan en procesos terapéuticos diseñados para profundizar en su autoconocimiento.

A través de estos grupos de aprendizaje, exploran su “Yo auténtico" y las experiencias que moldearon y fijaron su carácter en el pasado.

Y un aspecto clave de esta formación es el análisis de las figuras parentales.

Este trabajo terapéutico sobre los padres, permite desentrañar los orígenes de ciertos patrones emocionales y de comportamiento que pueden limitar la espontaneidad y la capacidad de encarnar nuevos personajes con libertad.

Al liberar estos bloqueos, el actor aprende a desprenderse de respuestas automáticas y a abordar cada papel como si escribiera en una hoja en blanco.

Esta metodología es conocida como los grupos Hoffman-Fisher, aunque existen otros modelos terapéuticos que actúan con el mismo fin.

¿Y qué tiene que ver esto con mejorar mi liderazgo?

Mucho.

En el ámbito del liderazgo, este proceso de autoconocimiento tiene una relevancia similar.

Un líder, al igual que un actor, no puede limitarse a una única manera de ser o reaccionar. Debe ser capaz de adaptarse a distintas circunstancias y personalidades, proyectando confianza y autenticidad en cada situación.

Para ello, conocerse uno mismo es esencial: entender de dónde provienen tus patrones de conducta, reconocer qué respuestas automáticas pueden estar limitando tu liderazgo y, en última instancia, desarrollar la capacidad de elegir conscientemente cómo actuar en cada contexto.

Así como un actor debe despojarse de sus bloqueos emocionales para encarnar distintos personajes con verdad y profundidad, un líder necesita hacer un trabajo similar para relacionarse con su equipo desde una comunicación clara y una presencia auténtica.

El verdadero poder del líder emana de conocerse mejor y trascender las propias limitaciones, abriéndose a nuevas formas de ser sin perder la originalidad.

Y ahora te pregunto:
  • ¿Qué parte de tus padres continúan actuando en el desempeño de tu liderazgo?
  • ¿Qué comportamientos y actitudes suyas repites automáticamente en situaciones de presión?
  • ¿Te son útiles ahora o te estorban?

Como dice la paradoja de Eliot: "Sólo aceptando el pasado, somos capaces de cambiarlo"


[Publicado en Linkedin]

lunes, 9 de diciembre de 2024

Cuatro palancas terapéuticas para sanear las relaciones en la empresa familiar

Cuatro palancas terapéuticas


La empresa familiar es una maraña de afectos y desencuentros. Una trama de hilos de colores donde cada reunión de trabajo puede convertirse en un espejo de la dinámica familiar.
 
Por un lado, los lazos de sangre aportan un sentido de compromiso y lealtad difícil de replicar en empresas no familiares. Sus miembros comparten un legado común y un sentido de misión que trasciende la simple búsqueda de ganancias. Sentimientos que pueden ser una fuente de resiliencia y unión en momentos difíciles al fomentar la cooperación y el apoyo mutuo de manera natural.
 
Sin embargo, esa misma maraña afectiva puede convertirse en un campo de tensión.
 
Las disputas sobre la herencia, el control financiero y la distribución de recursos pueden abrir viejas heridas familiares, haciendo que la toma de decisiones sea más reactiva que estratégica.
 
Además, las rivalidades, las expectativas no cumplidas o favoritismos, pueden hacer que los desacuerdos se amplifiquen y las decisiones se vean influenciadas más por emociones viscerales que por un análisis racional. Llegando incluso, en casos extremos, a cometerse actos criminales con el fin de salvaguardar intereses particulares.
 
Para gestionar estas dificultades, es vital establecer una estructura clara de gobernanza. Unos principios de actuación que permitan separar lo familiar de lo empresarial. 
 
Esto puede incluir desde acuerdos informales “entre caballeros”, hasta protocolos escritos que reflejen con detalle cómo manejar los conflictos o cómo resolver los dilemas.
 
En esta maraña multicolor, encontrar un balance entre el calor familiar y las frías necesidades de la empresa es lo que a menudo diferencia el éxito del fracaso. 
 
Normalmente, este tipo de conflictos de relación suelen delegarse al área jurídica o fiscal donde expertos profesionales buscan soluciones inmediatas que ordenen la situación y eviten males mayores. Pero ¿cómo conseguirlo a nivel emocional? ¿qué tareas terapéuticas habría que llevar a cabo para sanear las relaciones sin perder objetividad?
 
Esta es mi propuesta: 
 
1.   Desconectar triángulos.
 

Según Murray Bowen, el sistema familiar mínimo está formado por tres personas, el padre, la madre y el hijo/a y entre ellos circula una tensión emocional que mantiene el triángulo en equilibrio. 

En un momento de sobretensión, uno de los vértices es excluido, culpabilizado o sobreprotegido dando inicio a los problemas graves de comunicación. Por ejemplo, cuando el padre y el hijo/a se alían, dejando fuera a la madre.
 
En términos generales, la triangulación se da cuando una tercera persona se involucra en la relación entre dos para reducir la tensión o el conflicto entre ellas. 
 
Cuanto más intensa es la relación, más probable es que se incluya a un tercero. Puede ser un acto consciente o inconsciente, y aunque a veces alivia la ansiedad, a la larga no resuelve el problema central y puede complicar las relaciones en el futuro.
 
Supongamos que una pareja de padres está discutiendo constantemente y siente tensión en su relación. En lugar de hablar directamente y resolver sus problemas, uno de ellos (o ambos) comienza a centrar toda su atención en el hijo. Esto puede traducirse en una excesiva preocupación por el comportamiento o el rendimiento del niño. El hijo se convierte así en una especie de "distracción" que desvía la atención del verdadero conflicto: la tensión entre los padres. 
 
En este caso, la triangulación se manifiesta en cómo el hijo es involucrado de manera indirecta para reducir el estrés de la pareja.
 
En una empresa familiar, por ejemplo, el padre (fundador y director general) y su hijo mayor (director de operaciones) tienen un conflicto recurrente sobre la implementación de nuevas tecnologías. El padre se resiste a los cambios y prefiere métodos tradicionales, mientras que el hijo insiste en la modernización. Ante esta tensión, el padre involucra a la hija menor (directora de finanzas), buscando apoyo para su postura tradicional.

La hija, queriendo evitar confrontaciones, se alinea con el padre y empieza a criticar al hermano. Esto refuerza el conflicto entre el padre y el hijo, mientras la dinámica entre los tres miembros se enreda y la comunicación directa entre el padre y el hijo se deteriora aún más.
 
Imaginemos otro caso de triangulación fuera del ámbito familiar, donde un empleado tiene un conflicto con su jefe por la carga de trabajo o las expectativas y en lugar de confrontar directamente al jefe, el empleado empieza a quejarse con otro colega o incluso con un supervisor diferente. Aquí, el tercer colega se convierte en parte del triángulo. Esta maniobra puede ayudar al empleado a desahogarse, pero a la larga, puede generar chismes, malentendidos y un ambiente de trabajo tóxico.

Desconectar triángulos implica restaurar las relaciones a su forma más directa y resolver los problemas en el núcleo del conflicto, en lugar de desplazar la tensión hacia terceros. Esto requiere tomar conciencia de la dinámica en juego, voluntad de enfrentar los problemas centrales y aprender habilidades de comunicación. 
 
2.   Pulir la diferenciación de un mismo
 

La diferenciación tiene que ver con el impulso vital que nos lleva a actuar como seres autónomos, con metas, intereses y propósitos propios.
 
Existen distintos grados.
 
Cuando una persona está muy diferenciada, su forma de sentir, pensar y actuar se asemeja poco a la de su familia de origen. Por el contrario, cuando está poco diferenciada sus creencias y comportamientos son muy similares.
 
Cuando un miembro de la pareja se absorbe tanto en la cultura familiar del otro, pierde diferenciación. Igualmente, si es absorbido por la cultura familiar propia.
 
En el contexto empresarial, una persona con mayor diferenciación individual debe ser capaz de establecer límites saludables entre sus relaciones familiares y su rol laboral. Debe tomar decisiones de forma independiente y ser capaz de decir "no" a la presión familiar cuando crea necesario.
 
3.   Amansar los conflictos
 

En las empresas, como en las familias, el conflicto es inevitable, lo contrario sería la indiferencia, lo cual podría ser aún peor. 
 
Los conflictos son importantes en función de la intensidad y la medida en que afectan a la toma de decisiones. 
 
En la familia empresaria las disfunciones comprenden tres patrones básicos: 
 
Conflicto marital. Cuando la tensión familiar se reorienta hacia la relación de pareja, haciéndola conflictiva.
 
Si los fundadores de la empresa son una pareja casada y están pasando por una crisis grave, las reuniones de dirección podrían volverse poco productivas. Las diferencias personales podrían llegar a enfrentamientos abiertos, debilitando la autoridad de ambos y el liderazgo ante los empleados.
 
 Disfunción de un cónyuge. Cuando uno de los cónyuges se somete al otro para aliviar la tensión, pero al mismo tiempo incrementa su ansiedad y su resentimiento al perder diferenciación.
 
Cuando el resentimiento crece, se refleja en una falta de implicación o actitudes hostiles que afectan al funcionamiento del equipo.
 
 Focalización en un hijo. Cuando la ansiedad se vuelca hacia uno de los hijos (sobreprotegiéndolo o culpabilizándolo), que es quien terminan interiorizando las tensiones.
 
Si un padre ve a uno de sus hijos como el “salvador” de la empresa (suele ocurrir con el primogénito varón con el mismo nombre que el padre) y pone toda la carga de la continuidad del negocio en sus hombros, el hijo puede sentirse abrumado o rechazar el puesto por no ser su decisión. 

Amansar los conflictos se refiere a la capacidad para abordar las tensiones inevitables que surgen en las relaciones empresariales y familiares de manera que se reduzca su intensidad y sus efectos negativos. Esto implica aprender modelos de comunicación efectiva donde transformar los conflictos, en lugar de permitir que degeneren en dinámicas disfuncionales que afecten a la toma de decisiones y la convivencia. 

4.   Cortar por lo sano
 

El corte emocional se refiere a cuando la solución de los conflictos pasa por la ruptura con la unidad familiar. Cuando los encuentros familiares son dolorosos, las reuniones son menos frecuentes y en algunos casos tienden a desaparecer. 
 
Existen distintos grados. Desde el corte emocional completo hasta reducir los contactos a lo justo.
 
Lo cierto es que la familia, si no la cohesiona el amor, se convierte en una institución neurótica, que genera rechazo y violencia. En ese caso, es mejor disolver la relación y a partir de ahí, construir nuevos canales para la afectividad.
 
En las relaciones personales, nos aferramos a lo conocido, incluso si nos hace infelices, porque lo conocido da la sensación de seguridad. Cambiar significa soltar, y eso puede asustar o doler. Sin embargo, este soltar es necesario para que algo nuevo tenga espacio en nuestra vida. 
 
Ignorar los aspectos emocionales de la trama familiar puede dar la ilusión de eficiencia a corto plazo, pero solo un enfoque que combine lo técnico con lo emocional garantiza la sostenibilidad y la armonía en las empresas familiares a largo plazo. 

[Publicado en Linkedin]

viernes, 11 de octubre de 2024

¿Por qué es tan difícil un liderazgo flexible?


El modelo Cynefin


Ante un estado de confusión ⬛️, uno de los retos del liderazgo es saber cuando intervenir y cuándo dejar de hacerlo para que el equipo busque soluciones por su cuenta.

El modelo CYNEFIN, creado por Dave Snowden, identifica cuatro contextos que demandan estilos de liderazgo y metodologías bien distintas:

🟦 Liderazgo directivo cuando las relaciones causa-efecto son CLARAS.

🟩 Liderazgo experto cuando esas relaciones se COMPLICAN y ya no son tan evidentes.

🟧 Liderazgo facilitador cuando el problema es COMPLEJO y solo se entiende buscando patrones en el pasado.

🟥 Liderazgo autoritario cuando la urgencia requiere una respuesta rápida y contundente para contener el CAOS

En lugar de aplicar un enfoque único para cualquier problema, este modelo propone un liderazgo flexible que permita adaptarse a las necesidades del contexto, seleccionando el estilo y la metodología más adecuada.

¿Y por qué es tan difícil hacerlo ?


1. Porque no sabemos dónde estamos y no queremos saberlo. La ignorancia puede actuar como un refugio emocional para evitarnos el dolor, el estrés o la incomodidad de decidir. Al menos por ahora.

2. Presión por resultados inmediatos. Cuando tomamos decisiones de manera impulsiva o sin tiempo para evaluar las consecuencias, aumentamos la probabilidad de cometer errores en el estilo de mando. A menos que estemos apagando un fuego.

3. Falta de conciencia y adaptabilidad. Si no somos conscientes de un problema, no sentimos la necesidad de clasificarlo en un contexto y actuar. El "darse cuenta" es disruptivo por naturaleza, porque supone un cambio en la forma de entender y hacer las cosas. 

4. Confundir lo complicado con lo complejo. Lo primero requiere la participación de expertos, lo segundo no tiene una solución fija y requiere iterar y adaptarse.

5. Cultura organizacional rígida. En empresas donde se premian los resultados rápidos y las decisiones son jerárquicas, un estilo colaborativo o experimental puede ser visto como una perdida de tiempo, aunque sea el más adecuado para problemas complejos.

6. Incapacidad para gestionar el caos, simplificando excesivamente las cosas. Pasar del caos al orden proporciona una sensación inmediata de control y estabilidad, pero también supone muchos desafíos y problemas ⚠️ cuando no sabemos soltar en su momento y dejar hacer al equipo. En este sentido, las organizaciones deben evitar tras el caos, que el liderazgo autoritario tan útil en ese contexto, se perpetúe y mate para siempre la innovación.

¿Se te ocurre alguno más?

[Publicado en Linkedin]

lunes, 10 de junio de 2024

Conversaciones que maduran equipos


Conversaciones de equipo

No digo que no tenga su gracia o sea necesario cuando un equipo está verde de confianza. 

Pero si queremos organizaciones saludables, que nos enriquezcan y nos hagan madurar como personas, tendremos que dar un paso más.

Y en lugar de llevar a los empleados a una barbacoa comunitaria o pasar el día entre juegos y desafíos en la montaña o en el mar. Hacer lo que esté en nuestras manos para cultivar un terreno común de entendimientos. Un espacio fértil de diálogo donde se pueda cuestionar de modo seguro la forma en que se trabaja.

Tarea necesaria para la mejora continua, el cambio y la innovación.

Porque cuando se conciben las buenas relaciones y el buen rollo en la empresa como un fin en sí mismo, nos puede llevar a tremendas confusiones. 

Y se empieza a instalar entre nosotros una careta social que la gente aprende a gestionar rápidamente.

Todos participan con entusiasmo porque saben que no hacerlo está mal visto, pero pocos reconocen su efectividad o sus consecuencias en el lugar de trabajo.

Si queremos equipos maduros, tendrán que madurar también sus conversaciones.

[Publicado en Linkedin]


martes, 19 de diciembre de 2023

Ni el liderazgo ni la dirección son ciencias exactas


Seis estilos y cuatro áreas donde enfocar la gestión


A diferencia de la física o las matemáticas que se basan en leyes y principios precisos, la dirección de equipos implica tratar con personas diversas, cada una con sus propias experiencias, personalidad y motivaciones. Los seres humanos somos inherentemente complejos, maniáticos y no siempre nos comportamos de manera predecible.

Además, el entorno y las circunstancias donde se ejerce el liderazgo están en constante cambio. Nos vemos afectados por multitud de factores que pueden variar rápidamente. Esto hace aún más difícil establecer reglar fijas y exactas para todas las situaciones. 

Para reducir esta incertidumbre, los modelos de gestión pueden ser útiles, al ofrecer un marco estructurado de conceptos que nos pueden servir de guía en momentos difíciles. Los modelos proporciona una base para tomar decisiones informadas, identificar problemas y aplicar estrategias o comportamientos que han demostrado ser exitosos en el pasado. Aunque no por ello son infalibles. 

Estos modelos destacan las habilidades clave que los directivos deben desarrollar y promueven la consistencia en el ejercicio del liderazgo. Cuestión especialmente importante en entornos empresariales donde la coherencia en la toma de decisiones y la aplicación de políticas de recursos humanos homogéneas puede contribuir a un entorno laboral más estable. 

Lo cierto es que la distancia entre una supervisión minuciosa del equipo y el liderazgo inspirador es abismal, y puede conceptualizarse a través de un continuo que abarca diferentes estilos de gestión. 

Diferentes estilos de gestión

Mientras que en un extremo, el liderazgo se centra en construir una visión atractiva y promover una cultura  organizativa orientada a los objetivos; en el otro, los directores ponen el foco en la eficiencia, la planificación y la supervisión de las operaciones diarias. 

El liderazgo es inspirador y la dirección es práctica, le pone los pies en la tierra.

Muchas empresas están sobredirigidas e infralideradas


Dirigir implica gestionar tareas personas

En su máxima expresión, el microgestor mantiene un alto nivel de control sobre las tareas de los empleados. Tiende a supervisar rigurosamente el trabajo de su equipo. Le cuesta delegar. Suele dar instrucciones específicas y poner atención en el desarrollo de cada una de las fases del proyecto. A la vez, este estilo de gestión tan cercano, favorece el contacto emocional con los empleados, permitiendo al directivo conocer en todo momento el estado de sus necesidades. 

Si bien este nivel de intromisión puede ser beneficioso en ciertas situaciones, como cuando se trabaja con personas con escasa experiencia o en proyectos de alto riesgo, también puede conducir a falta de autonomía, perdida de confianza y desmotivación entre los empleados.  

Liderar tiende a ser lo opuesto

La macrogestión tiene que ver más con el liderazgo visionario, con la figura del estratega carismático amado y temido por sus seguidores. En la empresa familiar, esta figura la encarna el fundador. 

El macrogestor se rodean de personas de su confianza. Delega. Les permite que se hagan cargo de su trabajo, que tomen decisiones de forma independientes y rindan cuentas al terminarlo. Su foco está en los grandes objetivos estratégicos. En crear referentes culturales que muestren cómo se hacen las cosas en la organización que lidera. Todo ello, sin inmiscuirse en detalles, lo que permite al equipo trabajar con autonomía en busca de sus propias soluciones. 

Este estilo de gestión fomenta la creatividad, la innovación y el sentido de pertenencia entre su gente. 

El liderazgo efectivo radica en encontrar un equilibrio entre ambos extremos.

martes, 7 de noviembre de 2023

El liderazgo ejemplar apunta hacia objetivos nobles

No es necesario apuntar hacia la diana, sino hacia uno mismo

En el tiro con arco: misticismo para liderar la flecha


Cuenta el filósofo Herrigel en su libro "Zen en el arte del tiro con arco", que después de cuatro años de práctica y estudio del Kyūdō (弓道:きゅうどう?su maestro Awa Kenzô  le pidió, a modo de última prueba, que tirase a una diana situada a sesenta metros de distancia.

- ¿Cómo debo sostener el arco para alcanzar esa distancia? -preguntó Herrigel.

Y el maestro le contestó: 
Awa Kenzô

Tire como de costumbre, sin preocuparse del blanco. 

Intrigado, protestó:

- ¡Pero... habrá que apuntar, a pesar de todo! ¿no?

El maestro hacía oídos sordos e insistía en que no apuntase. Que no pensase ni en el blanco ni en alcanzarlo, en definitiva, que no pensase en nada:

Solo tienes que tensar el arco, le dijo, hasta que la flecha salga disparada. Hay que dejar que la cosa se haga. 

Ante el estupor de Herrigel, el maestro le arrebató el arco y lo tensó al máximo. Y la flecha salió disparada alcanzando el centro de la diana.

-He cerrado los ojos lentamente hasta que el blanco se me ha hecho borroso, le dijo al discípulo. 
He tenido la impresión de que se aproximaba a mí, cosa imposible si no estas concentrado. Si el blanco y el tirador consiguen ser Uno, entonces, cuando la flecha sale disparada del centro entra en el centro. No es necesario apuntar hacia la diana, sino hacia uno mismo

A pesar de la explicación, Herrigel no entendía nada y continuaba afanándose en apuntar con destreza a la diana. Entonces, el maestro, con tono severo le dijo:

-Si quiere solo mejorar la técnica para tirar con el arco, yo no puedo hacer nada por usted. 
Yo no soy más que su maestro espiritual. 

En el Zen hay que practicar y practicar sobre uno mismo, sin meta ni espíritu de provecho. No se trata de competir, sino de encontrar paz y dominio de sí. Ese es el objetivo del Zen. Ahora bien, la mayoría de la gente siempre quiere alcanzar algo, conseguir algo, busca tener en lugar de ser

Solo después de años de práctica y cuando hubo comprendido la importancia de la concentración en el ritual de tiro, Herrigel abandonó su apego a la técnica y pudo por fin lograr el blanco.

En la dirección de personas: misticismo en el liderazgo


Casi cien años después, en su libro "El desafío del liderazgo" , Kouzes y Posner, no descubren nada nuevo. Después de un estudio exhaustivo de miles de testimonios y encuestas a lideres exitosos concluyen: 


Según Kouzes y Posner
La herramienta del liderazgo es el yo y el dominio del arte del liderazgo proviene del dominio del yo. Un ingeniero tiene ordenadores; un pintor, un lienzo y pinceles; un músico, instrumentos. 
 
Un líder solo se tiene a sí mismo.  
 
Convertirse en el mejor líder posible significa convertirse en tu mejor yo posible. Y este desarrollo personal no implica absorber una gran cantidad de información ni probar la última técnica. Es cuestión de sacar lo que está en tu alma. Liberar al líder que hay en tu interior. 
 
Y todo empieza mirando hacia dentro. 


Para aterrizar la idea, nos desvelan cinco prácticas y diez compromisos que los directivos de éxito utilizan para conseguirlo. 

Liderar, según ellos, no es cuestión de personalidad sino de comportamientos y las cinco prácticas están a disposición de cualquiera que asuma el desafío del liderazgo. 

Sin mencionar una metodología o técnica concreta, el estudio enumera las pautas de actuación para ejercer un liderazgo ejemplar en las organizaciones. 

Los autores describen un conjunto de modelos, de carne y hueso, impregnados de una fuerte tonalidad moral: si os comportáis como decimos, marcareis la diferencia. Nada distinto a la monserga habitual que vocean algunos expertos sobre el tema.

Aquí, como en el caso del arquero, se insiste en la experiencia interna y el compromiso del principiante, como requisito para un liderazgo ejemplar. Para convertirse en el líder que se aspira a ser hay que dedicar tiempo a conocerse, y ademas, tomárselo en serio. Por este motivo, el desarrollo del liderazgo es fundamentalmente desarrollo personal.

Es curioso ver como aspectos místicos tan alejados de la razón como la meditación, la visualización o la conexión profunda con valores y creencias personales, pueden ser herramientas poderosas para que el liderazgo apunte hacia objetivos más nobles y motivadores, que de verdad importen, con mayor determinación y enfoque.

sábado, 4 de febrero de 2023

Cuatro ritos y un funeral (para las organizaciones que no los tengan).

Bajo la luz del Zen, cualquier comportamiento o actividad es susceptible de convertirse en
Elementos culturales de una organización.
ritual:

  • vestirse
  • fregar los platos
  • preparar una reunión 
  • celebrar un aniversario

...siempre que lo hagamos a plena conciencia

Para el Zen, la forma de hacer las cosas, es un ritual en sí misma.  

Cuando ponemos toda nuestra atención en aquello que nos ocupa, sea lo que sea, lo estamos ritualizando. Estamos creando un tiempo y un espacio sagrado que abre la posibilidad de experimentar una manera diferente de estar en el mundo, de vivirse y percibirse uno mismo.

Sin embargo, por los motivos que sean, no siempre ponemos conciencia en todo lo que hacemos, y muchos de los ritos que ocupan nuestra vida pasan desapercibidos o no alcanzamos a ver su significado porque los realizamos de manera descuidada o casi automática.

Los rituales son pilares de todas las doctrinas y religiones, y su importancia en las organizaciones es enorme porque influyen en multitud de comportamientos. 

Estos actos, repetitivos y pautados, vertebran y cohesionan al grupo creando comunidad entorno a una idea, un producto o una persona. Digamos que es una forma de adoctrinamiento organizativo que busca afirmar la identidad de las personas y renovar su sentido de pertenencia; perpetuar la cultura del grupo.

En las organizaciones, los ritos expresan “cómo se hacen aquí las cosas”, dicen lo que las palabras callan e influyen en la percepción que tenemos de la marca y su potencial para atraer o repeler talento. 

Su poder simbólico es inmenso. 

De hecho, la marca más valiosa del mundo tiene rituales para la presentación de sus novedades, la apertura de tiendas y la despedida de un compañero de trabajo , y por si fuera poco, muchos de sus fans consideran a su fundador como un dios.

Los rituales de marca ensalzan las propiedades del producto en la mente del consumidor, hacen que se sienta parte de un colectivo particular y refuerza la lealtad a la marca. 

El adoctrinamiento de los rituales organizativos

Ángel Aguirre los clasifica de este modo: 
  1. de entrada o iniciáticos
  2. de orden o jerarquía 
  3. de caos o de fiesta
  4. de salidadespido o jubilación 
Los rituales de entrada son los modos que utiliza y exhibe la organización para seleccionar, acoger e integrar a los nuevos empleados. 

En cualquier organización existen procesos más o menos estructurados para reclutar e incorporar personal, pero cada una lo hace a su manera, dándole una importancia y un cuidado que las hace únicas:

  • las técnicas de reclutamiento
  • el proceso de selección de personal
  • las entrevistas a los candidatos
  • la firma del contrato
  • la integración y capacitación 
  • la presentación formal a colegas y jefes
  • la asignación de un mentor
  • la participación inicial en reuniones de la empresa

Los rituales de orden muestran la división jerarquía de la organización conforme al organigrama o la meritocracia. El hecho de tener poder y mandar, configura a su alrededor los más variopintos rituales de orden, como son el uso del espacio para marcar distancia, los símbolos, los rituales de espera antes de ser atendido, el valor del tiempo, el vestuario, etc. 

Los rituales de orden modelan la estructura de mando y muestran quién tiene aquí el poder:

  • Reuniones periódicas del consejo de familia, de administración, etc. 
  • Comunicaciones oficiales 
  • Ceremonias de promoción o reconocimiento a empleados
  • Formación directiva
  • Eventos de networking exclusivo para ejecutivos
  • Presentación de informes financieros a inversionistas o accionistas

En el caso del Protocolo familiar y el Código Ético, el poder que mantienen la estructura es principalmente de orden moral. 

Cuatro rituales para cuidar, renovar o sustituir

En los rituales de caos se invierten los valores que vive el grupo en ese momento. Se destruye por un tiempo el orden habitual en la organización para reconstruirlo más tarde de nuevo. A mayor destrucción, más fuerte será la instauración del orden. 

Mediante el alboroto recreativo de una celebración de empresa, se desordena al grupo en distintos grados, pudiendo llegar al extremo de abusar de la bebida, tener escarceos amorosos con compañeros, parodiar a los jefes, provocar actos de gamberrismo, etc. 

Estos rituales festivos se utilizan tanto para celebrar éxitos como para superar crisis internas de comunicación o como fórmula rápida para integrar nuevas incorporaciones. 

Las vacaciones y el tiempo de descanso son también rituales festivos necesarios para distinguir el tiempo de trabajo del tiempo de ocio y han de ser respetados.

Los eventos deportivos o de entretenimiento, como los "Outdoor Training", entran también dentro de esta tipología.

Los rituales de salida tienen como función elaborar el duelo de la pérdida.  Este tipo de rituales apenas son considerados en la empresa, al dar por sentado que el que se va, ya no interesa y eso es un grave error. El valor de la información que se obtiene en una entrevista de salida es incalculable. 

Los rituales de salida pueden ser:

  • de destitución
  • de jubilación, o
  • de deceso

Los rituales de destitución, cese o despido a veces se realizan a toda prisa y de forma oculta o enigmática, tanto si el afectado lo ha decidido por voluntad propia, como si responde a motivos difíciles de explicar. Despedir bien es un arte y hay que hacerlo de la manera más humana, constructiva y asertiva posible. Por otra parte, comunicar al grupo lo ocurrido, rebaja la tensión y atenúa la ansiedad provocada por la incertidumbre.

Los rituales de jubilación son ceremonias de salida muy importantes para la reputación de la empresa. Los jubilados han dejado gran parte de su vida en ella y probablemente han hecho grandes sacrificios. Ahora les espera un nuevo modo de ocupar el tiempo que muchos han de inventar. Estas personas se merecen un agradecimiento y el ritual escenifica una lección sobre cómo tratará la empresa a sus empleados cuando les llegue el momento:

  • Comunicación formal por parte de la empresa
  • Celebración de un evento de despedida en honor del jubilado
  • Despedida formal con colegas y superiores

Los rituales de deceso se refieren al fallecimiento de algún empleado y tienen mayor importancia cuando ha sido en accidente laboral. Si alguien fallece, la empresa ha de volcarse con los afectados y mostrar su dolor con toda la intensidad que le sea posible:  

  • Comunicación con la familia
  • Comunicación formal a la empresa
  • Representación en el sepelio
  • Lectura de un panegírico