Modelo Focus: 1. Meditar 2. Exponer 3. Colaborar 4. Alinear |
Los objetivos de una jornada con este modelo son:
Por una parte, experimentar un estilo de dirección más dialogante y participativo que no utiliza el miedo como principal motivador.
Por otra, facilitar conversaciones de equipo donde las necesidades particulares emerjan de la reflexión compartida y se puedan tejer redes productivas de confianza más allá de la sala.
Con este fin, hay quienes proponen con buena intención, eliminar jerarquías y empezar a decidir todo democráticamente y por consenso y esto no siempre es bueno: la toma de decisiones se ralentiza y las soluciones urgentes casi siempre llegan tarde.
Los consensos asamblearios diluyen responsabilidades, anulan la iniciativa hasta lograr el aburrimiento y en muchos casos, nadie rinde cuentas ni se hace cargo de la decisión final.
No es cuestión de método, sino de actitudes a la hora de llevarlo a la práctica.
El movimiento ágil surge en el mundo del software como reacción a la engorrosa planificación y rigidez de las metodologías que se utilizaban para desarrollar proyectos. Su objetivo es acortar los tiempos de entrega del producto y aumentar la satisfacción del cliente en base a unos criterios de calidad.
Si bien contamos con muchos enfoques para tomar decisiones ágiles con esa misión, en su ejecución no siempre se valora a las personas por encima de las herramientas y procesos que se proponen. Y esto puede convertirse en un problema, porque por muy bien que conozcamos la técnica, es imposible obtener resultados excelentes con personas y prácticas mediocres.
La filosofía ágil parte de actitudes que están impregnando poco a poco el trabajo de equipos y organizaciones de cualquier sector. En ella se enfatiza la importancia de la interacción entre personas y la comunicación cara a cara por encima de la engorrosa documentación; y en ese arte, valores como la auto-organización, la responsabilidad o la autonomía de respuesta no son nada sin la urdimbre de la confianza.
Porque...
No es cuestión de método, sino de actitudes a la hora de llevarlo a la práctica.
El origen ágil
Si bien contamos con muchos enfoques para tomar decisiones ágiles con esa misión, en su ejecución no siempre se valora a las personas por encima de las herramientas y procesos que se proponen. Y esto puede convertirse en un problema, porque por muy bien que conozcamos la técnica, es imposible obtener resultados excelentes con personas y prácticas mediocres.
La filosofía ágil parte de actitudes que están impregnando poco a poco el trabajo de equipos y organizaciones de cualquier sector. En ella se enfatiza la importancia de la interacción entre personas y la comunicación cara a cara por encima de la engorrosa documentación; y en ese arte, valores como la auto-organización, la responsabilidad o la autonomía de respuesta no son nada sin la urdimbre de la confianza.
En este sentido, favorecer la creación de una cultura ágil supone valerse de experiencias grupales transformadoras. Prácticas donde el modo de comunicarse permita cultivar relaciones honestas alejadas de los juegos de poder.
La idea es aprender a través de la experiencia a crear espacios seguros, alejados del ruido y la agitación del lugar de trabajo, donde calmar nuestras inercias mentales, conocernos un poco mejor y asumir con mayor confianza nuestra responsabilidad a la hora de actuar:
Las prácticas del modelo Focus |
- Meditar clarifica la mente y nos ayuda a discernir, a identificar qué es lo importante.
- Exponer reduce la disonancia cognitiva y nos compromete.
- Colaborar es el principio creador de las organizaciones sanas.
- Alinear aporta sentimiento de comunidad y nos mantiene firmes en un propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario