miércoles, 13 de marzo de 2019

El camino hacia la maestría pasa por la innovación, seas ágil o no.

El camino hacia la maestría

Jeff Sutherland, el co-creador de Scrum, practicó Aikido (合気道) durante muchos años.

Como comenta en su libro "The art of doing twice the work in half the time"Scrum echa raíces en el pensamiento y la práctica japonesas. De hecho, la conexión es tan profunda que cuando visitó a Ikujiro Nonaka para darle a conocer su “filosofía” ágil, a este no le sorprendió en absoluto.

Para los japoneses, ese modo de trabajar no es una novedad sino que forma parte de su manera de hacer las cosas. Es su modo de vida.

Aprender y mejorar continuamente 
Scrum, como el Aikido o el baile en pareja, son artes fáciles de entender pero extremadamente difíciles de dominar. Solo se aprenden con la práctica. Repetir movimientos y técnicas, una y otra vez, hacen que el cuerpo, la mente y el espíritu se sincronicen, mejorando continuamente la técnica hasta lograr la excelencia.

Este compromiso a largo plazo nos permite ver la magia un equipo alineado en un proyecto, a una pareja de baile desplazarse con elegancia en la pista o la belleza de un randori   (乱 取 り) de Aikido sin hacer uso de la fuerza.

Para explicar este camino de aprendizaje, el 8ª Dan Sheishiro Endo recurre al concepto de ShuHaRiel mismo que utiliza Jeff Sutherland a la hora de enseñar Scrum.

ShuHaRi está formado por tres palabras [Shu-Ha-Ri] que describen cada uno de los estados por los que se pasa cuando buscamos la maestría. 

Este camino de mejora, utilizado como principio básico de aprendizaje en las fabricas Toyota , se ha extendido rápidamente en occidente gracias a las metodologías ágiles, pero forman parte del saber hacer japonés desde tiempo inmemorable.
Veamos:
Shu
1. Obedecer (seguir el método)
En el estado Shu, las normas y reglas se repiten como si fueran pasos de baile o una Kata de artes marciales, con mente de principiante (shoshin  初 心) y sin rechistar El objetivo es que el cuerpo asimile los movimientos y los integre sin juzgar. Aquí no se acepta la improvisación ni la crítica.

El obediente aprendiz, bajo la atenta mirada del maestro, aprende los fundamentos del método imitando las tareas con los estándares precisos.

Un ejemplo de este estado es la importancia que se ha dado siempre a experimentar la obediencia antes de ejercer el poder, porque "quien nunca ha obedecido no sabe mandar: quien ha obedecido poco y de mala gana, manda mucho y pocas veces bien; y quien ha obedecido mucho y bien, manda bien y poco" (*).

Será por eso que algunos propietarios quieren que sus hij@s empiecen en la empresa familiar desempeñando los puestos más humildes en el organigrama, como uno más, antes de asumir mayores responsabilidades en la dirección.

Ha
2. Romper (desprenderse del método)
En Ha, se domina el método. Se tiene soltura y fluidez. En este punto el oficial empieza a leer entrelineas los principios teóricos ocultos en la técnica, busca otros referentes e intenta nuevos enfoques que se adapten mejor a su ser, innova.

Matar al padre es la metáfora utilizada por Freud para expresar este momento de ruptura a nivel psicológico.

Un tiempo de maduración donde nos vamos separando de la figura de autoridad que representan nuestros padres, dejándoles de admirar como lo hicimos de niños y les vemos como realmente son, con sus defectos y virtudes. Una transformación que puede resultar muy dolorosa si no estamos preparados para aceptarla.

Aquí nos desprendemos de la forma, de normas y creencias que les pertenecen a ellos, útiles en otro tiempo pero sin sentido para nosotros en la actualidad. Matar al padre no significa renegar del pasado sino impedir que nos afecte negativamente en nuestro crecimiento, un factor decisivo para alcanzar la autonomía y la responsabilidad en la edad adulta.

Quien tenga un hijo adolescente, esté en proceso de relevo generacional o quiera triunfar profesionalmente en el mismo campo que lo hizo su progenitor sabe a qué me refiero.

Ri
3. Trascender (crear el método)
En Ri, el maestro abandona los modelos que le han llevado hasta aquí y empieza a aprender de su propia práctica. Crea sus propias aproximaciones y adapta lo aprendido a sus circunstancias particulares. Crea un estilo propio.

No es cuestión de talento


El camino hacia la maestría empieza cuando se decide con empeño aprender una nueva habilidad, pero adquiere especial relevancia cuando depende de los demás para mostrarse, como ocurre con el trabajo en equipo, la coordinación de un paso de baile en pareja o un randori de Aikido.

En los tres, encontraremos personas muy motivadas al principio que desertarán al poco tiempo y otras que empiezan desganadas y, sin embargo, terminarán muy comprometidas.

El hecho es que no siempre será la persona con más talento quien logre la maestría sino la más resiliente. Quien ponga atención, práctica y un esfuerzo continuado a pesar de la adversidad por alcanzar un nuevo estado en el que las cosas fluyan y sucedan de un modo más auténtico.

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